Épiphanie éphémère

Fugaz epifanía de una existencia

No quiero morir por ti, sino la vida.

Esa frialdad me mata. Quisiera que a veces todo no dependiera de tus ánimos, pero lo hace y no te imaginas cuánto daño me hace.

No puedo menos que, cuando estés así, cuando quieras espacio, respetarlo, pero mi respeto no implica sumisión ni conformidad. Eso en particular me hace mucho daño. Me hace daño porque pasas de mí, justamente de mí que mucho luché años atrás para no sujetarte a mis espacios, para no apartarte ni pasar de ti. Me hace daño porque te guardas algo que a lo mejor te angustia, algo que a lo mejor temes, algo que a lo mejor te confunde, y no puedo hacer nada, y me queda la sensación de que no me quieres haciendo nada.

Me dirás mil cosas: que no es nada, pero sí lo es; que no preocupe, pero tu silencio y tu distancia son para mí motivo de preocupación; que todo está y estará bien, pero si así estás es porque, en algo o en todo, no, no lo está o no lo estará.

Y esta vez dejemos el discurso de la inseguridad a un lado. Yo en realidad temo que mis ocasionales inseguridades pudieran empujarte a querer alejarte de mi indefinidamente, en realidad me da miedo, pero esto, esto que ahora digo, no, no es inseguridad. Inseguridad es cuando pienso en que M…, en que otros, en que te irás indefinidamente, en que me cerrarás la puerta, en que ya no crees… Y esto no es eso. Esto es una reacción ante algo evidente. Porque ese silencio, esa lejanía, esa distancia, son algo evidente. Y un algo que muestras pretendiendo ocultar, un algo que es apariencia y me escondes la esencia. No es solo silencio, sino también incertidumbre; no es solo alejamiento, sino también frialdad; no es solo espacio, sino también un vacío. A veces quisiera que todo no dependiera de tus ánimos, pero lo hace. Y créeme, eso lastima. Hiere. Duele. Mata.

Y yo no quiero morir por ti, sino la vida.

Filed under: personajes anónimos

Deja un comentario